OSOS DE PELUCHE
Si uno protegiera el Cañón del Colorado de las tormentas de viento, jamás podría apreciar la belleza que ellas esculpen a su paso.
Elizabeth Kubler Ross
Mi hija mayor y yo estábamos lavando sus ositos de peluche, con los que solía jugar de muy pequeña. Ella acaba de separarse de su esposo, con quien estuvo casada siete años, y nosotras estamos lavando sus osos de peluche.
La semana pasada la ayudé a instalarse en su nuevo departamento. Nunca ha vivido sola, de manera que está luchando con todas sus fuerzas por adaptarse a su nueva vida, ella y sus ositos.
A propósito de los osos de peluche, mi hija acaba de contarme que ayer, en la lavandería, conoció a dos ancianas de unos ochenta años. Una de ellas, casualmente, estaba lavando sus osos de peluche y le explicó una técnica especial para su lavado.
-Tienes que colocarlos dentro de la funda de una almohada y asegurar el extremo con un alfiler de gancho. El lavado automático hará el resto, y verás qué limpio y mullido queda el peluche.
A continuación, la anciana le contó a mi hija que desde que su esposo murió, cada vez que la soledad y la ansiedad la invaden, se aferra con fuerza a sus osos de peluche, apretándolos contra el pecho y la cara, y así supera el momento de opresión. Según la anciana, sus osos de peluche siempre la comprenden.
En tanto seguían conversando, mi hija le comentó a la anciana que siempre había querido lavar sus osos de peluche pero, en realidad, temía que el lavado los estropeara. Ella estaba encantada con esa mujer y su sabia técnica acerca del cuidado de los peluches, y no perdía una sola palabra de lo que ella le comentaba. Antes de agradecer sus consejos a la sabia anciana, mi hija le confió que acababa de separarse y que estaba poniendo en condiciones su nuevo departamento.
Al escuchar esas palabras, la mujer le dijo que si ella fuera su propia hija, de ninguna manera le permitiría vivir sola, sino que se la llevaría a vivir con ella a su casa. Yo habría querido confesarle a mi hija que compartía los sentimientos de aquella mujer pero, por otro lado, sabía que era necesario que mi hija aprendiera a abrirse camino en la vida por sus propios medios. A pesar de que yo también deseaba protegerla contra la adversidad, en el fondo de mi corazón sabía que eso no era lo mejor para ella.
A veces, cuando se trata de un hijo, hacer lo correcto es lo más difícil. Cuando veo a mi hija luchando por sostenerse, económica y emocionalmente, siento que cada fibra de mi corazón se quiebra a pedazos. En esos momentos tan difíciles siento deseos de llevármela conmigo y de acompañarla a su habitación para arroparla en la cama, junto con sus queridos ositos.
Era una niña muy bonita y lo es todavía. Para mí es difícil pensar que es una mujer de veintiocho años. Ya hemos terminado de lavar sus osos de peluche, y ahora se encuentra camino a su propia casa. Todos sus peluches están relucientes, cada uno de ellos listo para comenzar una nueva vida con ella. Se que mi hija los tomara en sus brazos y los presionará con fuerza contra su rostro, durante las muchas noches y días que le esperan y que ellos le brindaran calor. Sus osos de peluche la escucharán con atención, como sólo ellos saben hacerlo, secarán cada una de las lágrimas y le devolverán cada uno de sus abrazos y cada una de sus sonrisas.
Queridos Osos de Peluche : Cuiden mucho a mi pequeña. Denle todo su amor. El mundo, a veces puede ser un lugar muy peligroso. Llévenla de la mano, abríguenla por la noche y no dejen de recordarle que sus padres y hermanas la amamos con todo el corazón. Ayúdenla a encontrar esa pequeña porción dentro de ella que le proporcione la paz que ustedes le brindan; esa porción cálida y mullida que nos hace "saber" que todo estará muy bien, que mañana será un nuevo día, y que todas las respuestas que buscamos están dentro de nosotros mismos. Háganle saber que el tiempo todo lo cura, que después del dolor viene el crecimiento personal y que el temido hombre de la bolsa ya no la acecha.
Que tengas dulces sueños, hija querida. Que la luz del sol de tus mañanas y el resplandor de la luna en tus noches sequen todas esas lágrimas y consuelen tu corazón y tu alma. Mi pequeña, deseo que cada nuevo amanecer te brinde una alegría infinita y mucha paz, como la que te dan tus pequeños osos de peluche.
Jean Bole
Del Libro Chocolate Caliente para el Alma
viernes, 15 de agosto de 2008
OSOS DE PELUCHE
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